domingo, 25 de diciembre de 2011

Roxana Popelka


Como performer me he encontrado, y me sigo encontrando, problemas relacionados con la falta de aceptación de la performance dentro de las distintas disciplinas artísticas. Esta falta de aceptación implica: la escasa valoración, difusión, reconocimiento, y ausencia de la enseñanza de dicha práctica artística en las Facultades y Escuelas de arte o Bellas Artes. Todavía, y en pleno siglo XXI, al menos en España, no tiene ninguna aceptación en el campo de la crítica del arte, ni existe una difusión de los distintos certámenes, festivales, etc., ni se la considera como disciplina artística con entidad propia a la hora de convocar becas, ayudas, subvenciones, etc. Se trata de un problema de desconocimiento por parte de los distintos agentes implicados en el mundo del arte, que deriva en algunas de las consecuencias que he mencionado anteriormente.

En cuanto a problemas como gestora, he tenido pocas experiencias como para extraer una amplia valoración.

En cuanto a mi visión sobre los problemas como mujer performer, a los temas anteriormente enumerados, he de añadir el escaso apoyo, visibilidad, difusión, reconocimiento y valoración que reciben las mujeres performers, de tal manera que son muy pocas las que continúan realizando acciones una vez que sobrepasan una determinada edad (en torno a los 40 años), enfrentándose a numerosas resistencias cuando también quieren compatibilizar la vida artística con la personal, familiar y laboral. También la mujer performer, en este caso al igual que otras mujeres que desean desarrollar una carrera artística, ha de renunciar a una parcela de su vida. Es la historia interminable de las sucesivas renuncias.

Para paliar el desconocimiento que existe sobre la performance, creo que es necesario que los planes de estudio de las Facultades de Historia del Arte y Bellas Artes, incluyan dicha asignatura. Esto posibilitaría al mismo tiempo la existencia de críticos de arte que se interesasen por la performance y difundieran esta práctica artística en los distintos medios de comunicación.

A corto plazo creo que los propios performers tienen que seguir incidiendo en la política cultural de su comunidad, creando mecanismos de participación en las distintas formas de producción artística e implicándose en la gestión de festivales y encuentros de arte de acción (tal y como lo hacen ahora mismo), visibilizando y exigiendo la presencia de dicha práctica en las distintas ayudas, subvenciones y convocatorias artísticas, y posibilitando que el arte de acción sea considerado como una disciplina más.Por último creo que es necesario implementar medidas de acción positiva para las mujeres artistas, dado que en la sociedad española existen desigualdades que limitan su carrera artística, y por tanto la difusión, visibilidad y reconocimiento de la misma.


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